Te Vi

Aquí… bajo la higuera de mis pensamientos… bajo la higuera de las situaciones de mi vida… pienso… pienso… pienso…

¿Será que Dios me ve?

Señor, en medio de toda esta maraña que me rodea, ¿me ves…?

¿Me estás viendo Señor?

¿Qué es lo que ves?

¿Ves mi dolor, mi pensar?

¿Acaso puedes ver lo que yo no veo?

¡Yo no veo nada!

A veces pienso que ni yo misma me puedo entender pues no veo la salida…

¿Me ves Señor? ¡Estoy aquí! …

 

Señor… ¿será que puedes ver mi alma y mi espíritu?

Me siento desfallecer.

Me siento sin fuerzas.

Desvanezco…

¡Siento que la vida se me va!

Se siente como ese pobre pajarillo con un simple hálito de vida que ni tan siquiera puede levantar el vuelo. Así, así mismo; con un pequeño hálito…

Como ese pobre vagabundo que arrastra sus pies pues está tan cansado y hambriento… Así, así mismo se siente mi alma; se siente arrastrada, a punto de morir.

 

¿Me ves Señor?

¿Por casualidad ves mi corazón, lo ves Dios?

¿Qué ves en él?

¿Ves las heridas?

¡Dime! ¿Qué ves?

Por casualidad, ¿está quebrantado?

A veces… a veces no sé ni cómo está… Son tantas cosas las que le han pasado que siento que colapsó.

¿Sabes? La carga es inmensa, siento que el corazón se ahoga. Me pregunto si así es como lo ves.

¿Qué ves Señor? Me pregunto si has tenido el tiempo de escudriñar y ver cada rincón, cada rendija. O es que las telarañas no te dejan ver…

¿Qué ves Señor?

¿Qué encuentras?

 

Mis huesos… ¿Los vistes Señor? Duelen… duelen tanto. ¿Qué ves en ellos?

¿Y qué de las coyunturas que aún tratan de mantener los adoloridos huesos juntos y funcionando…? Apenas lo logran…

¿Los ves Señor? ¿Los ves?

¿Sabes qué? Mis tuétanos… ¡mis tuétanos Señor!

¿Viste como se debilitan?

¿Viste lo frágiles que se han puesto?  Se están desvaneciendo…

¿Sabes…? Oí decir que tuétanos frágiles no es saludable para mis huesos. Pero me imagino que sí, que viste mis tuétanos.

¿Cómo los vistes?

¿Qué vistes en ellos?

Estoy tan cansada… ya ni veo, no puedo oir, y no tengo nada que decir, nada…

 

Luego de un silencio mezclado con extenúo…

 

Mujer.

Allí, allí donde te encontrabas, te vi.

Allí donde nada te hacía sentido, te vi.

Allí donde sentías que la vida se te iba, te vi.

Allí donde tu corazón desfallecía, te vi.

Allí, exactamente en el mismo tiempo y en el mismo lugar.

Allí, te vi.

Te vi, no desde que decidiste llamar.

Te vi desde que estabas en el vientre de tu madre (Salmo 139).

Te observo desde que fuiste engendrada.

Te examino desde siempre.

Examino tu levantar y tu acostar.

Conozco todos tus caminos (Job 28).

Examino tu corazón.

Desde lejos y desde cerca… te veo (Salmo 139).

 

¿Qué si te veo?  Sí, te vi, te veo, y te seguiré viendo.  Antes que tus palabras salgan de tu boca, las veo.  Te rodeo y sobre ti pongo mis ojos (Salmo 32). ¿Sabes?  Yo te creé.  Te formé en el vientre de tu madre. Formé tus entrañas. Bien en lo oculto te entretejí y tu embrión vio mis ojos (Salmo 139).  Tú no me fuiste encubierta.

 

De un hueso te creé.  Un hueso compuesto de tuétano, sangre y cartílago.

No temas pues no morirás sino que vivirás y contarás de Mis obras (Salmo 118).

Levántate y haz como el tuétano, produce. Produce buena disposición (Proverbios 17:22) mediante un corazón contento. Me preguntas si veo tu corazón. Lo veo, y veo un corazón lleno de bondad; por lo tanto, produce contentamiento (Proverbios 14:14).  Declara ahora la rectitud de tu corazón y tus labios proferirán sabiduría (Job 33:3) de lo alto que es pura, pacífica, modesta, benigna, misericordiosa, y de buenos frutos (Santiago 3:17). Veo un corazón esforzado; por lo tanto, produce vestidura de fortaleza y honor (Proverbios 31:25). Te hice fuerte para que pelees (I Timoteo 6:12). Pelees por la vida de tus hijos. Pelees por la salvación de los tuyos. Pelees por las almas que se pierden. Pelea, porque a ti te di que herirás al enemigo en el calcañar (Génesis 3:15). Te he llamado a que pelees la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna (I Timoteo 6:12).

 

De un hueso te creé.