Resurrección

©Marilú Ickes

 

Durante el día de resurrección las redes sociales se llenaron de mensajes. Se veía el entusiasmo de mucha gente. Vi fotos de varias iglesias que prepararon carrosas muy lindas. La gente se veía alegre compartiendo las buenas nuevas. Cristo no está muerto. Vive. Resucitó. Venció la muerte.

Ciertamente el mensaje de resurrección es uno incomparable. El libro de Efesios lo resume magistralmente. Jesús, siendo Dios, se despojó así mismo tomando forma de siervo a semejanza de hombres. Y estando en su condición de hombre, se humillo hasta la muerte; muerte de cruz.

Me resulta irónico que nosotros, los creyentes en Jesucristo, nos gozamos que Jesús no escatimó en ser igual a Dios. No se aferró a su linaje. No se aferró a su reino. No se aferró a su deidad. Nos miró y le dijo al Padre, “heme aquí, envíame a mí”. Nos gozamos que Jesús haya vencido la muerte mediante su resurrección. Sin embargo, no estamos dispuestos a entregar el yo. No estamos dispuestos a rendir nuestros deseos y nuestra voluntad. No estamos dispuestos a morir. Queremos disfrutar de las bendiciones y los beneficios de nuestra salvación pero no estamos dispuestos a entregarle a Dios nuestra vida. Recibimos su vida pero no entregamos la nuestra.

La realidad es que muchos de nosotros cuando pensamos en resurrección lo hacemos de manera superflua. Mira, resurrección implica vencer. Pero resurrección implica muerte también. Si no se muere, no se resucita. Nadie ha visto un vivo resucitar, ¿no?  Mira, para Jesús poder resucitar. Sufrió. Subió al madero. Le burlaron. Murió. Y luego resucitó. Pero, eso está bien para los demás. ¿Yo? Yo estoy muy ocupada. No tengo tiempo para pensar en eso.

Nosotros no nos detenemos a pensar que en realidad, Jesús vino para darnos vida en abundancia. No nos damos cuenta de que vivimos porque Jesús vive. El nos da el gozo, el consuelo, la fortaleza, y la esperanza de que un día, viviremos con él por la eternidad. Ojalá y en esta hora podamos decir como el apóstol Pedro: “Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.”

Créditos:

  1. Fondo musical de Alexis Ortega, Dios ha sido bueno, de la producción “Un Destello de tu Gloria”
  2. Foto de Pixabay.com, autorización no es requerida.