Despliega Color y Belleza

Bástate mi gracia.

Nota: Todos los mensajes en www.mariluickes.com están protegidos con derechos de autor.

 

Ya estamos en otoño luego de un verano casi inexistente. Los árboles se están tornado rojo, anaranjado, y amarillo… En fin, un espectáculo sin igual.  Es interesante ver como cambia el color de todos esos árboles tan bellos y robustos, y finalmente sus hojas caen… ¿Sabías que cuando las hojas cambian de color es porque mueren?  Las hojas están en todo su colorido y esplendor cuando mueren.

Las pérdidas y limitaciones en la vida usualmente son vistas de manera negativa.  En la Biblia tenemos un ejemplo con el apóstol Pablo. El oraba pues tenía un padecimiento físico que le afectaba.  Nosotros no somos diferentes al apóstol. Usualmente pensamos que podríamos hacer más si estuviéramos sanos, o si tuviéramos un carro más grande, o si la propiedad fuera mejor, o si tuviéramos dinero en el banco, o si tuviéramos un mejor empleo, o si tuviéramos pareja, o si tuviéramos un título, o si… o si… o si…

Que pronto se nos olvida que nuestros recursos, salud, estatus social, económico, o familiar no determinan ni definen quiénes somos, qué somos, a dónde vamos, cómo lo hacemos, ni nada como para que Dios cumpla su propósito en nuestras vidas. ¡No! Cuando el apóstol Pablo oraba por su aflicción, la repuesta del cielo fue “Bástate mi gracia porque mi poder se perfecciona en la debilidad.

Me preguntarás, Marilú, ¿qué tiene que ver esto con que los árboles cambien de color?

Bueno, pues déjame explicarte. Cuando las hojas mueren, es cuando más bellas se ven. Cambian de color. Son brillantes. Cuando morimos al yo, a nuestras decisiones, y a nuestra voluntad es cuando mejor nos vemos pues es Cristo el que brilla en nosotros. Cuando morimos al yo, cuando nos rendimos, cuando le damos entrada a Dios, ahí, es ahí que Dios toma su lugar. Su gracia nos basta, su poder nos basta, su presencia nos basta, su sacrificio nos basta. No importa cuántas hojas se nos caigan. No importa que las hojas financieras se caigan. No importa que las hojas hipotecarias se caigan. No importa que las hojas laborales se caigan. No importa qué tipo de hoja se cae. Dios no depende de nuestras hojas perdidas; nuestras hojas perdidas no definen a Dios.

Cuando Cristo está en su sitial, todo cambia. Si Dios está entronado en nuestra vida se reflejará; es una cadena de causa y efecto. Cuando venimos a Cristo somos nueva criatura, las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas. Nuestra manera de vivir tiene que cambiar. Nuestras costumbres tienen que cambiar. Nuestra manera de hablar cambia. Todo cambia, nos vemos, hablamos, nos comportamos de manera distinta. Nos vemos llenos de color como las hojas otoñales porque morimos al yo.

En esta hora, yo te invito a que entrones a Cristo en tu vida. A que no veas tus limitaciones como un problema. Recuerda que en tu limitación es que Dios se glorifica. En tu limitación es donde Dios actúa. Tu limitación es lo que le abre la puerta a Dios. En tu limitación es donde Dios demuestra su poder, su bondad y misericordia en todo su apogeo.

  • Dios no hubiera abierto el mar rojo si Moisés hubiera podido hacerlo. Pero Moisés no tenía la capacidad para ello.
  • El maná no hubiera bajado del cielo si el pueblo de Israel hubiera tenido los recursos para así hacerlo.
  • Dios no hubiera detenido el sol si Elías hubiera tenido la facultad y el poder para así hacerlo.

En nuestra limitación, en nuestra carencia, en nuestra dificultad, en nuestra situación, es donde Dios se glorifica.

Pero fíjate que tienes que rendirte a Él. Tienes que dejar que Dios tome su lugar para que su color, su belleza, y su brillo se refleje en ti. Como un árbol otoñal, despliega el color y la belleza que Cristo imparte en tu vida. Brilla con la luz de Cristo.

 

Créditos:

  1. Transfondo musical en version audio: Alexis Ortega, Un destello de tu gloria de la producción ‘Destello de tu gloria’.
  2. Foto de la pagina Pixabay.com y Autorizacion no es requerida.