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Miramos a nuestro derredor y vemos necesidad en todas partes. Nos lamentamos pues personas carecen de cosas que son básicas para el diario vivir por ejemplo artículos de higiene bucal, jabón para bañarse, una crema para las manos, o bandas para agarrarnos el cabello. Otros carecen de alimentación sana. Qué bien les caería una sopa o comerse una fruta. Hay otras carencias que son casi imperceptibles, por ejemplo la carencia social. Hay muchas personas que se la pasan solos; no tienen una vida social en absoluto.
Por otro lado tenemos gente que se queja de que no tienen y cuando les comparamos con los que realmente no tienen ni para sus necesidades básicas, se les podría considerar ricos. La realidad es que no tienen para el auto de último modelo, ni para la máquina de hacer ejercicios en el gimnasio personal que quisieran tener, ni para comprar zapatos y carteras de diseñadores. Pero en realidad ¿tienen o no tienen?
Amados, los tiempos en los que estamos viviendo son duros y la necesidad aumenta cada día más. Déjame compartirte un secreto sobre el cual he vivido toda mi vida. La Biblia dice “más bienaventurada cosa es dar que recibir” Hechos 20:35. Cuando doy, no importa la cantidad, mi corazón se regocija; siempre he visto la estela de bendición tras la acción. Yo te exhorto en esta hora a que compartas de lo que tienes. No es asunto de cantidad. Dice la Biblia que “cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ó por necesidad; porque Dios ama el dador alegre” 2 Corintios 9:7. Recuerda que no se trata de cuánto des, se trata de la disposición, estar presto a dar. ¿Qué vas a dar? Puedes ofrecer tu esfuerzo o puedes ofrecer de lo que tienes. Cuando yo era joven, mis pastores le enseñaron a la juventud a trabajar para Dios. Ninguno de nosotros teníamos dinero para dar. Éramos estudiantes universitarios que apenas teníamos para cubrir nuestras necesidades. Pero aprendimos a compartir de lo que teníamos. Yo recuerdo que mi papá dispuso en su corazón ofrecerles la Escuela Bíblica a personas que no podían ir a la iglesia por razones de salud. Todos los domingos, luego de terminado el servicio, íbamos a uno o dos hogares para llevarles la palabra de Dios los que no podían llegar al templo. Mi papá daba su tiempo.
Mantén tus ojos en lo que es eterno “porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará. Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Marcos 8. Es importante siempre mantener en mente que “la bendición de Jehová es la que enriquece, Y no añade tristeza con ella” Proverbios 10:22.