Daniel

¿La espera desespera? Escucha esta cápsula bíblica.

(C) Marilú Ickes

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Es tan frustrante cuando nos sentimos capaces de realizar una labor, una tarea, una destreza, o un deporte, pero somos invisibles ante la persona que asigna la responsabilidad. Esto, a pesar de que tu sabes que tienes el potencial, destreza, conocimiento y sabiduría para realizar la labor. Para entender un poco esta situación, vamos a mirar la vida de Daniel.

Dice la Biblia que Daniel era de los hijos de Israel del linaje real de los príncipes. Lo describe como un muchacho en quien no había mancha, bien parecido, sabio en ciencia, de buen entendimiento y cualificado para estar en el palacio real. En otras palabras, Daniel era una persona culta. No estamos hablando de un “Juan del Pueblo”.

Cuando miramos las actitudes de Daniel, encontramos que era muy determinado. Cuando los israelitas fueron cautivos por los caldeos, Daniel fue escogido para ser educado en letras y ciencias caldeas. Este proceso de aprendizaje requirió separación del resto del grupo para estar bajo las costumbres y tradiciones caldeas. Cuando Daniel vio la situación y lo que implicaba, propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey incluyendo el vino que se bebía. Una vez Daniel tomó esta determinación, el proceso de petición requirió de Daniel destrezas de negociación y saber que Dios no le defraudaría.  A cambio de su lealtad espiritual, Dios le otorgó a Daniel un mayor grado de conocimiento, destreza, y sabiduría. Además, Dios le dio ver y entender visiones y sueños. Luego que Daniel fue probado ante el Rey Caldeo, Daniel resultó saber más que los sabios locales. Aún así, el rey no le solicitó para posiciones del reino. Siendo el mejor, no fue seleccionado. Por lo tanto, Daniel seguía desempleado y sin ser utilizado.

Dos años pasaron. Y el rey tuvo un sueño que nadie pudo interpretar, ni tan siquiera los sabios de su reino. El problema era aun mayor. El rey no podía recordar el sueño y aun así pretendía que los sabios de su reino le interpretaran lo desconocido… Vaya pretensión… Fue ahí donde Dios se glorificó y le mostró a Daniel el sueño del rey y su interpretación. Daniel utilizó este evento para solicitarle al rey nuevamente el empleo. No fue hasta entonces que el rey decidió reclutarlo. Lo mismo nos pasa a nosotros. Estamos dando el máximo en nuestro empleo y aun así, no se nos considera para una posición mejor o de mayor responsabilidad.  Te voy a recomendar algo.

Cuando se requieran tus servicios: da el máximo, da lo mejor que tengas, estudia, prepárate, desarrolla tus destrezas, practica para ser el mejor. Pero sobre todo, sele fiel a Dios. Porque Dios va a abrir las puertas para ti. El abre puertas que nadie puede cerrar y cierra las puertas que nadie luego puede abrir. Cuando le somos fieles a Dios, como lo hizo Daniel, grandes recompensas recibimos. Finalmente, se paciente, no te desesperes. Mientras esperas, sigue aprendiendo, sigue practicando, sigue creciendo. Daniel no se sentó en una silla a esperar. Daniel cultivó su relación con Dios, cultivó sus conocimientos, y se desarrolló intelectualmente. Haz tú lo mismo.