¿Cuán Cerca Estás?

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Siempre me pregunto ¿cuán bien conozco a Dios? ¿Cuán cerca estoy de Él?

No hay modo de conocer a alguien si no estamos cerca. Imagínate que yo hablara con mi esposo sólo una vez a la semana. Hoy hablé con él y no sé de él hasta una semana después. ¿Tendría yo un buen matrimonio? Definitivamente no. Hoy es mi aniversario de bodas. Te puedo garantizar que hoy conozco a mi esposo mucho mejor que el día en que nos casamos. Estoy segura también que mientras pasen los años lo conoceré mejor cada día. Esto es como producto, solamente, de largas horas conversaciones, tiempo que pasamos juntos, todo lo que compartimos. El y yo tenemos una vida JUNTOS. De esto mismo se trata nuestra relación con Dios.

En el libro de Génesis (capítulo 17 en adelante) Dios le habló a Abraham y le dijo que le daría un hijo que se llamaría Isaac y en quien confirmaría el pacto. Abraham tenía 100 años de edad, si ¡100 años! cuando nació Isaac. ¿Te imaginas lo que este hijo significaba para Abraham? Wow! Años más tarde, siendo Isaac un adolescente, Dios le pide a Abraham que sacrifique su hijo. ¡Sí, a Isaac! ¿Ahhh? ¿Qué cómo? ¿Acaso Dios se olvidó del pacto? ¿Cambió Dios de opinión? ¿Qué pasó aquí?

Bueno… me imagino que Abraham partió con su hijo para sacrificio con el corazón en la mano y nudo en garganta. Pero estoy segura de que Abraham conocía a Dios de tan y tan cerca que simplemente obedeció. ¿Por qué? La Biblia dice que Abraham “se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo”. En el camino al lugar del sacrificio, su hijo le preguntó, Padre: “He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto?” Aquí estamos hablando de un niño en su adolescencia. Quien claramente podía ver que faltaba uno de los elementos más importantes para el sacrificio, ¡el cordero! Pero su padre, en una expresión de confianza plena en su Dios contestó: “Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío.” Esta ciertamente era una prueba tremenda sobre la fe de Abraham.

Yo trato de ponerme “en los zapatos” de este hombre y trato de pensar en lo que pasaba por su mente. No había muchas opciones. 1. Completar el sacrificio y Dios proveer otro hijo; 2. Resucitar a Isaac luego del sacrificio; 3. Proveer un animal antes de sacrificar a Isaac; Hiciera Dios lo que hiciera, Abraham tenía la certeza de que Dios sabía lo que hacía, proveería para el sacrificio y tendría la perfecta solución.

Una vez en el lugar del sacrificio, Abraham no discutió ni trató de entrar en razonamientos con Dios. Él no comenzó con la siguiente dinámica.

“Dios, con todo el respeto, pero lo más probable se te olvidó que tenemos un pacto sobre mi hijo…”

“Oye Dios, ¿te acuerdas que es mi único? Tenía 100 cuando me lo diste, ¿te acuerdas?”

No no, Abraham simplemente se movió en fe. Finalmente, Abraham procedió con el sacrificio y justo antes de sacrificar a su hijo Dios lo detuvo y proveyó un cordero.

Ahora bien, mi pregunta es ¿cuán bien conoces a Dios? ¿Tienes dudas de su fidelidad y su amor? ¿Tienes dudas de sus promesas? ¿Tienes dudas de su poder y majestad? Yo te invito en esta hora a que desarrolles una intimidad con Dios. Dice Proverbios 18:17 “Yo amo a los que me aman, Y me hallan los que temprano me buscan.” Jeremías 33:3 dice “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.” Dios está esperando que tomes tiempo con Él. Está esperando que leas su palabra. Está esperando que hables con Él. Está esperando a que tomes el tiempo de conocerle. Está esperando a que descubras de lo que Él es capaz, descubras su poder, descubras su amor, su fidelidad, su bondad. Está esperando por ti. Está esperándote.